La banalización del fracaso

Artículo que publiqué previamente en loogic.com

Es habitual alabar la cultura norteamericana por su tolerancia con el fracaso empresarial, se antepone frente a ello, y de forma peyorativa, el modelo europeo mucho más crítico y punitivo con las iniciativas de negocio fallidas.

Surgen así altisonantes frases como “El fracaso empresarial: el primer paso hacia el éxito”, “El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia” y un largo etcétera que se remonta en el tiempo a cientos de años atrás, (ya en su tiempo decía Seneca “Admira a quien lo intenta, aunque fracase”).

Ante tanto elogio del fracaso, uno recuerda el chiste del difunto Eugenio, en paz descanse, que decía:

– Me encanta jugar al poker y perder,
– ¿Y ganar?
– Ganar tiene que ser la ostia tú

Bromas aparte, creo sinceramente que no es bueno banalizar en exceso el fracaso. El fracaso si importa. El fracaso es malo. Es evidente que todos nos equivocamos, y yo el primero (y demasiadas veces). Es bueno arriesgarse y luchar por nuestros objetivos ya sean empresariales o vitales; pero debemos ser conscientes de nuestros actos y no confundir la iniciativa con la temeridad. Porque las iniciativas empresariales fallidas si tienen consecuencia:

– Dejando por el camino el dinero de lo inversores, muchas veces prestado por amigos y familiares
– Ocasionando impagos a proveedores
– Dejando en la calle a los empleados
– Perdiendo un coste de oportunidad con el tiempo y las energía dedicadas al proyecto y que podríamos haber aprovechado por ejemplo para formarnos…

Emprender es bueno y la sociedad debe propiciar un ecosistema que favorezca al emprendedor, pero no a cualquier precio y en cualquier circunstancia, y no creo que se a bueno, por ejemplo, idolatrar al emprendedor que dejo los estudios a medias y se convirtió en un empresario de éxito. Porque muchas veces no se resalta lo suficiente los cientos que se quedaron por el camino, sin éxito, sin dinero y sin estudios.

No es el propósito de este articulo desanimar a futuros emprendedores, si no tan solo pretende ofrecer una humilde aportación para ayudarles a reflexionar. Espero no haber fracasado en el intento.

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