Que facil es hacer negocio en Internet

Recientemente he recibido un email, que venia a decir lo siguiente (por motivos evidentes he eliminado los datos identificativos):

“ Buenas tardes. He comprado varios dominios (todos ellos del mismo sector), que contienen palabras clave relevantes. (por ejemplo, palabra1palabra2.com). Como bien sabrás, posicionar este tipo de dominios requiere muy poco esfuerzo, por lo que como yo soy muy listo (lo siento, eso lo digo yo, no he podido evitarlo), he pensado que os podíais dedicar a posicionar el dominio (evidentemente sin cobrar, recordad que soy muy listo) y nos partimos el beneficio…”

Para rematar la faena, y un alarde de profesionalidad el email lo envia a quince usuarios más, todos ellos con la dirección del email visible.

No voy a entrar a valorar el desconocimiento del sector de posicionamiento en buscadores (SEO) que subyace en el mensaje; posicionar un dominio es una tarea compleja y laboriosa que requiere meses de esfuerzo y dedicación, y el nombre de la web tiene una ínfima influencia. Todos somos ignorantes en muchos temas y desconocer las peculiaridades del trabajo de un SEO puede ser totalmente entendible.

Lo que es mucho más preocupante es la “ética del pelotazo” que destila la misiva. La idea de que el más tonto fabrica relojes y el que no se enriquece con Internet es porque no quiere. Es la concepción de que los negocios en Internet son el chocolate del loro, que inviertes diez euros y dedicas tres hora de trabajo a cualquier idea “sublime” y en dos semanas te conviertes en millonario. Es la mentalidad de que Internet es un mundo totalmente ajeno a las coordenadas que rigen los negocios “tradicionales” y que lanzando cualquier tipo de web, se produce la versión moderna del milagro de lo panes y los peces, y le llueven al propietarios dólares, libras, euros, yenes y si me apuras hasta coronas, dínares y rupias; en tal cantidad y magnitud que si uno no va con cuidado corre el riesgo de ahogarse por el diluvio monetario que le cae encima.

No es el primer email de este tipo que recibo, siempre hay iluminados dispuestos a proponer negocios fantásticos y maravillosos. El problema de fondo, es que siempre hay alguien dispuesto a creérselos, y ya no hablo del timo de la estampita del “hágase millonario trabajando desde casa” si no interlocutores en teoría mucho más profesionales que sufrieron en sus carnes el estallido de la burbuja tecnológica de hace unos años.

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